Presentí su intranquilidad que la caracterizaba. Otra vez Rachel había cambiado de personalidad en un parpadeo. Aunque siempre la notaba con sus pensamientos fuera de lugar, jamás la vi completamente calma. Siempre había algún motivo que la mantenía preocupada contantemente. De pronto sonrió y volteo a mirarme. Me pidió que la acompañara a comprar al negocio en el recreo que teníamos entre matemáticas y biología. Acepte sin excusa alguna. Ludwig y yo últimamente estábamos perturbados por la desaparición de tres amistades que teníamos en común: Gaelle, Luke y Abie. No había rastro alguno de ellos. Lo único que sabíamos era sobre las recientes peleas que habían tenido con Rachel.
El timbre del recreo finalmente toco y fuimos los tres al negocio. Compramos lo que necesitábamos, y luego nos retiramos de allí para volver a nuestro salón de clases. Con Ludwig nos mirábamos con ciertos nervios que nos evadían de a poco. El día pasó con prisa y volvimos a nuestras casas. Afortunadamente al llegar me encontré con Nicholas, mi novio. Me estaba esperando en mi hogar, con una lida y brillante sonrisa que siempre animaba mi día. Me alegre al verlo y le di un fuerte abrazo. Estuvimos conversando un extenso rato. Y Nick percibió mi actitud un poco extraña e inquietada, aunque intentaba fingir.
-Evelyn… ¿Qué sucede? ¿Tu estas bien? - Pregunto Nicholas.
-Si Nick… no te preocupes, estoy bien. – Mentí.
-¿Segura, amor? – Insistió.
-Si, enserio. – Dije. – Gracias por preocuparte por mi, lindo. – Exclame con una boba sonrisa de chica enamorada.
Me acerque a el, y me proporcionó un tierno beso en mis labios.
-Si necesitas algo, si quieres contarme, aquí estoy yo. – Expreso con dulzura. – Te amo, linda. – Concluyo.
-Yo también, bonito. – Respondí y regrese a besarlo.
El debía regresar a su casa, y así lo hiso. Me despidió con un gran abrazo. Cuando se fue, no encontraba algo para distraerme. Rachel y sus misterios me estorbaban mis pensamientos. Y todas aquellas dudas que tenia sobre mis amigos desaparecidos, me torturaban contantemente. Ya estaba anocheciendo, el cielo era oscuro. Y hoy mis padres llegaban tarde a casa, por reuniones de trabajo. No me molestaba quedarme sola, tenía dieciséis años, sabía cuidarme perfectamente. Comencé a tocar el piano con toda la pasión que ponía en hacerlo, y me concentre completamente en eso. Al menos despejaba mi mente. Cuando sentí que golpeaban mi puerta, alguien alterado. Abrí pero no vi a nadie. Camine lentamente hacia adelante para descubrir quien era…
-¡Guaaaaaa! – Grito una voz de adolecente detrás de mi y grité.
Di media vuelta y descubrí que era mi mejor amigo Ludwig.
-¡Me asustaste! Idiota. – Exclame y le di un golpe juguetón en su brazo.
-Que boba. – Dijo bromeando y rio. Luego me prendí a carcajadas.
¿Qué haces aquí a esta hora? – Pregunté curiosa.
-Es que me encontré con la abuela de Abie. Me dijo que encontraron esta carta entre sus cosas. Dice tu nombre, así que supongo que era para ti. – Conto Ludwig.
-Esto es muy raro… - Exprese mientras tomaba el sobre en mis manos.
Lo abrí con toda la curiosidad del mundo, y comencé a leer cautelosamente, detalle por detalle. Y esto era lo que decía:
“Evelyn: Se que tu sabes algo sobre Rachel. Algo que compartiste con nosotros, tus amigos. Si lees esto, es porque algo malo me sucedió. No te dejes llevar por Rachel. Luke, Gaelle, y yo vimos algo que no teníamos que ver. Por eso estos últimos tiempos estuvimos demasiados intranquilos. Juraron que desapareceríamos uno por uno. Y así lo están haciendo. Si tu estas leyendo esto, es porque hoy ya no estoy. La familia de Rachel es muy peligrosa. Su padre y su hermano son realmente unos malditos. Vimos como drogaban, y luego se llevaban a chicas… en conclusión hace eso y luego las vende a otros países. Es algo muy cruel. Amiga, tu y Ludwig tengan mucho cuidado con todo esto… Intenten no disgustar a Rachel, todo el tiempo traten de tener una actitud buena. Y lo último… no vayas en ningún momento a su casa.
Te quiero mucho… Abie.”
Lo mire a Ludwig asustada y con nervios. Que extraño todo lo que estaba sucediendo. ¿Abie seguirá viva? Fue lo primero que pensamos. Tal vez se la llevaron a alguno de esos lugares que ellos poseían. Pero teníamos que hacer todo lo posible por descubrir. Decidimos no alertar a nadie. Temíamos que por eso se metieran con nuestras familias. Y esa noche, Ludwig durmió en mi casa, en la habitación de huéspedes, por supuesto. Mis padres aceptaron, era como un hermano para mí.
A la mañana siguiente regresamos al colegio como lo hacíamos normalmente, era parte de nuestra rutina. Allí estaba Rachel otra vez. Con su pelo largo castaño, y su maldita forma de mirar a los demás. Nos saludo atentamente con un beso en la mejilla y un abrazo. Ludwig bajo a hablar con otros chicos de nuestra clase, y yo me quede junto a ella. Recibió un llamado a su teléfono y con toda la confianza atendió pero sin querer hacerlo, presiono el botón de alta voz y pude escuchar todo lo que sucedía. Una voz masculina hablaba, supuse que era su padre.
-Hija, tengo a tu amiga Abie aquí. ¿Qué quieres que haga con ella? – Pregunto el hombre alterado.
Rachel finalizo la llamada inmediatamente y sonrió falsamente ante mi rostro que la observaba con preocupación. Un sudor frio recorrió mi cuerpo entero apresuradamente. Rachel fingió estar totalmente tranquila pero me hablo para explicarme.
-Tú no escuchaste nada de esto. ¿Ok? ¿Te quedo claro? – Expreso frenética
-Si Rachel. Yo no oí absolutamente nada. – Asegure con temor.
-Ahora sigamos siendo las amigas de siempre, Evi. – Indico cambiando su personalidad.
Las horas otra vez volvieron a pasar en un abrir y cerrar de ojos. Percibí naturalmente la intranquilidad con la cual cargaba Rachel, y todas sus preocupaciones que la evadían en esos momentos. Pero lo mío era aun peor. Sabía que Abie estaba viva, y había oportunidades de salvar su vida. Tenia muchísimo miedo, lo admito. No era nada fácil lo que estaba ocurriendo, era una situación delicada, peligrosa, y anormal.
Al terminar todas nuestras clases, Ludwig y yo nos escabullimos entre todos los alumnos, y logramos salir por la puerta del fondo, para hablar con tranquilidad. Ludwig tenía que saber esto. Le conté y el se preocupo, obviamente. Propuso que fuéramos hacia su casa, a pesar de la advertencia de Abie. Podíamos ir camuflados e intentar tener alguna información que nos sirviera para salvar a nuestra amiga.
-Evelyn, escucha. – Dijo mi amigo. – Vamos a ir hasta la casa de Rachel, y espiaremos lo que están haciendo allí. Algo averiguaremos. – Propuso Ludwig.
-Pero es peligroso… en serio. – Dije insegura de lo que haríamos.
-Nos vamos a vestir con ropas grandes, diferentes, nadie sabrá que somos nosotros. ¿Ok? – Indico Ludwig muy seguro de lo que decía.
-Espero que todo salga bien. – Concluí.
Fuimos rápidamente a mi casa, y nos cambiamos de vestuario. Entraríamos a un barrio peligroso, y debíamos fingir que éramos como ellos para que no nos capturaran. Caminamos con prisa hacia nuestro destino. Y allí estaba esa casa… que parecía tan tranquila y normal. Nadie se imagina todo lo que se esconde ahí adentro. Ludwig llevaba con el una inmensa actitud del detective de películas y comenzó a espiar por una de las ventanas. No veíamos nada extraño hasta que Rachel nos observo y noto nuestra presencia. En ese momento apareció su hermano, que tomo a mi mejor amigo impidiéndole moverse con facilidad, y comenzó a adentrarlo a la vivienda.
-¡Corre Evelyn! ¡¡¡Corre!!! – Grito fuertemente Ludwig.
Y así lo hice. Corrí con las lágrimas que comenzaban a desbordarse de mis ojos y a transitar mis mejillas. No miraba hacia atrás. Temía que alguien me persiguiera en ese momento. Marché velozmente las cayes, hasta que finalmente observe hacia atrás, y me tope con una persona, chocando con el.
-¡Evi! – Exclamo una voz conocida.
Y me sentí aliviada pues sabia que era Nicholas, mi novio.
-¡Nick ayúdame por favor! Tengo miedo, Nick. – Exprese al borde de la desesperación.
-¿Qué mi amor? ¿Qué esta pasando, por que lloras? – Pregunto el desconcertado.
-Vamos a otro lado y te digo. – Dije quitándome las lágrimas.
Finalmente le conté todo lo sucedido. Lo primero que me ofreció fue toda su ayuda. Era un chico inteligente, serio, y sabía sobre ese tipo de realidades. Nicholas puso su auto en marcha y se dirigió otra vez para adentrarnos en ese maldito barrio. Intenté esconderme para que no descubrieran que estaba allí otra vez, pero desafortunadamente, el hermano de Rachel, Jake se dio cuenta de todo y se puso delante del coche para detenernos. Nick salió hacia afuera y fingió no entender lo que sucedía.
-¿Qué ocurre aquí? – Pregunto Nicholas. – Déjame pasar. – Exigió.
-La chica… vengo por la chica. – Dijo Jake y yo trague saliva con temor.
-No, no. A ella no te acercas. – Advirtió Nick.
Pero ya era tarde. El padre de Rachel ya me tenía capturada. Me había tomado bruscamente de mis brazos.
-¡Suéltala ahora mismo, idiota! – Exclamo Nicholas enfurecido.
Pero Jake y su padre tenían armas de fuegos en su poder. No podíamos hacer nada en contra de eso. Nos adentraron en su casa, nos metieron a un cuarto completamente aislado, sin ventanas, y ataron nuestras manos. Me sentí un poco mejor al ver Ludwig y Abie estaban allí, sanos.
-Vamos a salir de aquí, tranquila linda. – Dijo Nick.
Yo asentí, confiaba en el. Forzó un poco las sogas que inmovilizaban sus manos, y logro desatarlas. Luego nos quito a la soga a mis amigos, y a mí. Luego noto que todavía llevaba su celular con el. Entre aquel momento de tensión, habían olvidado quitarle el teléfono. Así que llamo inmediatamente a la policía. Lo abrace con fuerzas. Tenía miedo. Beso mis labios brevemente, pero era lo que necesitaba.
Sin perder más tiempo, salimos de allí. Pero cuando estábamos por poner un pie fuera de casa sentí la presencia de alguien detrás de mí. Era Jake. Me tomo bruscamente y me apunto con un arma. Ludwig y Abie escaparon de ese momento para alertar a la policía. Pero Nicholas se quedo allí conmigo y Jake.
-¡Basta! ¡Quítale tus sucias manos de encima! – Ordeno Nick demasiado enfurecido y le proporciono un golpe en su cara.
Jake cayó golpeado hacia el suelo. Nick sostuvo rápidamente a mi mano, y comenzamos a correr con prisa. Sentimos algunos disparos, y nos arrojamos al suelo junto a Ludwig y Abie que estaban allí.
Y ese fue el momento en el cual la policía rodeo la cuadra, y comenzó a desarrollarse un tiroteo con demasiadas similitudes a los de una típica película de acción. Jake y su padre disparaban casi inconscientemente. Y ahí fue cuando vi a Rachel… su mirada maldita, su sonrisa falsa, su cabello, y su cuerpo muy delgado que transitaba las calles de su casa. Un disparo tuvo lugar sobre su cuerpo, debilitándola en absoluto, desvaneciendo su alma y su mente, y dejándose caer hacia el suelo duro, frio, y lleno de huellas de aquel gran secreto… un secreto que no se mantuvo durante toda la vida.
Fin.
